WAGNER



Tal día como hoy, pero de 1883, moría uno de los más grandes genios del arte universal. Richard Wagner.

Soy un wagneriano acérrimo. Un gran crítico de opera dijo de mí en una tertulia:


"Tengan todos cuidado con Horst, que no escucha a Wagner... ¡se lo chuta!".


Wagner es el sonido de los siglos, es el sonido de las últimas décadas, y hoy ciento y pico años después de su muerte podemos decir que su obra es la sinfonía de un siglo.


Recalco su obra porque al abordar el tema Wagner hay que diferenciar entre ésta y su persona.


Para el gran público, Wagner es el músico alemán cargado de etiquetas. El músico preferido de Hitler, ese que al escucharlo te entran ganas de invadir Polonia, el de la cabalgata de las walkirias de la escena de los helicópteros de Apocalipsis now, el antisemita con sangre judía, el que plasmaba en su obra un fanático nacionalismo alemán... Bobadas. Quien realmente quiera atacar a Wagner como persona tiene en su biografía suficientes perfiles negativos como para aborrecerle.


Yo mismo, sabiendo lo que sé de Wagner, de haber vivido en su entorno, procuraría mantenerme lo más alejado posible de él. Pondría a buen recaudo mi dinero y mi esposa.


Wagner era especialmente nocivo en cuanto al dinero ajeno se refiere. Tenía una especial habilidad para sacar la pasta, mucha pasta, a sus mecenas, alojarse en sus casas, vivir del cuento haciéndose rodear de todo tipo de lujos en cuanto a mobiliario, decoración de las más ricas sedas, perfumes, vestuario...todo a costa de sus patrocinadores-fiadores...y encima trajinarse a sus esposas.


Casado con la joven y bella actriz Mina Planer, alcanzó pronto el cargo de Kapermaister de la corte de Sajonia. Puesto que complacía enormemente a su esposa por ser un puesto vitalicio en la Corte y que le hubiera asegurado el porvenir. Pero Wagner era un culo inquieto y eso de tener que componer de encargo fanfarrias de recibimiento Real y ponerse delante de una banda a mover la batuta delante de unos músicos mediocres aunque fuera a cambio de una nada despreciable cantidad de dinero no satisfacía a Richard.


Por aquella época ya tenía claro que lo que quería era encontrar una fuente inagotable de ingresos para vivir a lo grande, retirarse del mundo para residir en un palacio con bellas vistas, rodeado de bellas mujeres que le complacieran en lo anímico, que le adularan.. y ¡seda!. Seda por todas partes, en las cortinas, en las paredes, en su ropa. Pero también tenía muchas pajas mentales en relación a la formación de un Estado alemán en el que "el arte" sería el crisol, el germen de la nueva gran REVOLUCIÓN. Esta revolución llegó, y en ella se zambulló de pleno. Era 1849 cuando estalló Dresde. Tenía amistad con los anarquistas Röckel y Bakunin. Escribió encendidos artículos en el Volksblätter para incitar al pueblo a la rebelión, y cuando estallaron los enfrentamientos tomó parte muy activa en ellos, fabricando granadas de mano y ejerciendo de centinela desde lo alto de la Iglesia de Nuestra Señora. Cuando las revueltas fueron, al fin sofocadas, a Bakunin le llevaron al trullo y nuestro nuestro amigo escapó por los pelos.


A partir de aquí toda su vida fue un continuo ir y venir a todas partes. Exiliado forzoso, separado de su mujer a la que consideraba un lastre para sus aspiraciones, escapando continuamente de sus acreedores que le perseguían con facturas fabulosas, viviendo a crédito de los editores de sus obras a los que casi nunca entregaba a tiempo sus trabajos.


Un día cayó en casa de los Wesendonck. Otto y Mathilde Wesendonck le dispusieron una casa en su lujosa villa cerca de Zurich. Al bueno de Otto le sangró lo que no está escrito mientras que se lo pasaba pipa con su mujer. Lo bueno de aquella sórdida historia es que de ahí surgió la obra "Tristán e Isolda".


Wagner tenía una buena relación con un famoso director de orquesta de entonces, Hans von Bülow, casado con Cósima, hija ilegítima de Franz Liszt. Al final Wagner se lió con Cósima, no paró de tener hijos con ella mientras que el bueno de Hans seguía dirigiendo las obras y estrenos de Richard.


Sin un duro en el bolsillo y cuando las cosas pintaban muy negro llegó un día un emisario del recién proclamado Rey Luis II de Baviera. Un chiquillo que perdía más aceite que la fragoneta de los locomía, más loco que una cabra y que estaba obsesionado con la música de Wagner.


En el tiempo que Richard estuvo viviendo a cuerpo de rey -nunca mejor dicho- le sacó los ojos a la corte de Luis II. Se mandó construir un teatro para la representación exclusiva de sus obras, el teatro de festivales de Bayreuth. La Meca donde todos los wagnerianos de todo el mundo aspiran a peregrinar algún día.


Los gastos que Wagner ocasionaba a pocas arruina la corte bávara.


Al final de sus días pudo ver el estreno de su ultima obra, "Parsifal". Esta obra no es calificada de opera. Es un Festival sacro-dramático y como tal solo podía ser representado en su templo, Bayreuth. Wagner dispuso de que ninguna manera Parsifal se representara fuera de Bayreuth. Pero apenas diecisiete años después, su viuda Cósima tuvo que vender los derechos a otros teatros europeos.


Como veis, la vida de Wagner es un continuo sableo a sus amigos, un agujero negro en las finanzas y un maestro en la colocación de osamentas en las cabezas de sus más allegados.


Esto es, a grandes trazos, su vida. Nada modélica, ¿verdad?. Pero su obra... Su obra. Es inconmesurablemente bella. Wagner es el único compositor de ópera que escribía los libretos para sus obras. Es la obra de ARTE TOTAL.

Otro día os cuento algo de ella.






2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como persona dejaría que desear, pero la calidad de la cultura no tiene nada que ver con aquel que la crea.

Serk1492 dijo...

Conozco muy poco de Wagner como persona, y por contra he oído mucho de su vida. Al final, pues no me creo nada, simplemente ignoro lo que hiciera o dejara de hacer (aunque sí he leído que no se llevaba muy bien con el Cristianismo).

Sí he escuchado algo de su música, y la verdad es que el solo nombre de Wagner ya me inspira respeto.

Como ha dicho Soldado, la vida de una persona no influye en lo que haya podido hacer. En la Legión también se alista gente que ha llevado una vida de perros y se siente en deuda, digamos como un tipo de "penitencia", o simplemente para tirar adelante (la disciplina militar cambia mucho).

Un saludo Speer!