Si hay algo que respeto, es la coherencia.
Si hay algo que detesto, es la incongruencia.
Arrastrados por la corriente progre que azota a la civilización occidental, las masas se suman a las campañas anticlericales.
Coherentes me parecen aquellos que solicitan la apostasía.
Incongruente me parece utilizar el término sacramental de MATRIMONIO a las uniones entre personas del mismo sexo. Si de derechos civiles se trata, bien vale con el registro de parejas de hecho.
Es común escuchar de la gente que cuando te casas, el matrimonio que vale es el del juzgado. No he podido menos que replicar que el que realmente vale es el matrimonio ante Dios. El del juzgado tan solo es útil para desenvolverse en la sociedad.
Es cuestión de la distinta altura a la que pongamos la sociedad, lo mundano. Por encima o por debajo de Dios, lo divino.
Pero para superar el listón de estupidez, se organizan BAUTIZOS CIVILES. (y 2)
No seré yo el que haga una ceremonia de circuncisión católica (!?) de mis hijos, o celebre el día del orgullo no-gay.
Seamos coherentes.
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